A  S  T  R  O  B  I  O  G  R  A  F  I  A  S 


 

Tycho Brahe
(1546 - 1601)

 

Por Mauro Arditi

Asociación Larense de Astronomía, ALDA.

 

 

        En la misma época, aproximadamente, en que William Shakespeare ponía en escena el drama de un joven y melancólico príncipe de Elsinore, un noble danés, Tycho Brahe, moría de indigestión en Praga. Como era su costumbre, comió con exceso, y ahora, mortalmente enfermo, sintió que llegaba rápidamente su fin. Llamó a su talentoso ayudante, Johannes Kepler, y le suplicó que continuara la gran obra a que se dedicaban los dos. Cuando Kepler le hizo la promesa, Tycho se tendió de espaldas, satisfecho. Pocas horas después falleció el astrónomo más grande de su siglo.

 

        Inclusive a las puertas de la muerte, Brahe era una figura imponente: su enorme mole hacia gemir la cama; los penetrantes ojos que exploraron el cielo durante 40 años, sin ayuda del telescopio, no perdieron su brillo, y la punta de la nariz le refulgía a la luz de la vela: de joven le cercenaron parte de la nariz en un duelo y la tenía rehabilitada con una placa de una aleación de oro y plata.

 

        La vida de Brahe resultó plena. Desde su nacimiento en 1546, cerca de la Elsinore de Hamlet. hasta su muerte en 1601, vivió con magnificencia. Como era costumbre entre los nobles del renacimiento, viajó en un mundo de cultura y brutalidad, privilegio y falta de equidad, encajes y miserias. Contrastes por todas partes. Brahe podía deleitarse con los lujos en que abundaba su Europa del siglo XVI, pero pasó la vida adulta mirando más allá de los confines de nuestro pequeño planeta. Por consecuencia, en su vida, Tycho reflejó las contradicciones que lo rodeaban.

 

        Su verdadero nombre era el de Tyge (Tycho en latín) y descendía de un largo linaje de señores feudales daneses.

 

        Un tío que no tenia hijos, adoptó al pequeño y procuró que recibiera la mejor educación posible. A la edad de 7 años, Tycho hablaba el latín con facilidad, escribía graciosos poemas, manejaba la espada, componía música y salía vencedor en las polémicas que sostenía con su tío sobre los graves problemas de la lógica. Cuando tenía 12 años, fue a estudiar retórica y filosofía en la Universidad de Copenhague; le esperaba la carrera de hombre de estado.

 

        Pero, como muchos otros hombres de su tiempo, a Tycho le interesaba la astrología. Unos astrólogos de Dinamarca pronosticaron un eclipse para agosto de 1560, y cuando se produjo, quedó tan conmovido que salió apresuradamente y compró una traducción latina de las obras de Tolomeo. La astronomía y la astrología dominarían el resto de su vida y Tycho Brahe las dominaría a las dos.

 

        Convenció a su tío de que lo enviara a la Universidad de Leipzig, donde estudiaría con los principales astrónomos de la época. Cuando aprendió todo lo que tenía que enseñar, inició un programa de educación autodidacta. A los 17 años empezó a escribir sus observaciones de los cielos de una manera sistemática. Su modo científico de considerar la astronomía era relativamente nuevo, ya que el estudio del cielo resultaba fortuito, confundiéndose con la magia, la superstición y la mitología.

 

        Durante siglos, el hombre tenía la creencia de que los dioses habitaban en el cielo y las estrellas eran sus joyas. No fue sino hasta que progresó la agricultura y se perfeccionaron los barcos de vela que el hombre pidió información más precisa acerca de los cielos; el agricultor necesitaba informes concretos sobre las estaciones y el navegante requería datos más exactos debido a que tenía que guiarse por las estrellas.

 

        En el siglo II a.C., Hiparco dio el primer paso para obtener información científica. Observó las posiciones de más de mil estrellas. Claudio Tolomeo, el famoso astrónomo griego que vivió en el siglo II, llevó la obra mucho más adelante. Su impresionante tratado, que se basaba en el supuesto de que la tierra está inmóvil y los cuerpos celestes giran alrededor de ella, predominó en el mundo durante más de 1.500 años. La teoría de Tolomeo fue refutada por Copérnico, quien demostró la redondez de la tierra y le dio su lugar apropiado en Universo.

 

        Tycho aceptó las ideas de Copérnico hasta cierto punto y continuó investigándolas con el propósito de idear su propio sistema del Universo. Hombre religioso, no podía aceptar la teoría copernicana que rebajaba a la tierra hasta darle un papel secundario en el Universo. Propuso su propio esquema en que la esfera celeste entera, con estrellas y todo, giraban alrededor del Sol, y éste giraba alrededor de la Tierra.

 

        Jurando que no daría nada por supuesto, Tycho estudió los cielos con incansable intensidad. Comprobaba, volvía a comprobar y verificaba cada uno de sus hallazgos. Tan eficaz fue su técnica, que pudo registrar las mediciones de las estrellas con un error de menos de 1/60 de grado. El objetivo de Tycho era hacer un inventario completo y autorizado del cielo, objetivo en verdad ambicioso si se considera que aún no se inventaba el telescopio. A pesar de todo, nos maravilla la precisión de Brahe. ¡Pudo determinar la longitud del año con un error de menos de un segundo!

        En 1572 vio una Supernova. una brillante estrella que estalla como una bomba en el aire. La llamó "Nova" y publicó un libro acerca de ella, indicando que las estrellas podían tener un principio, un medio y un fin. Era una idea revolucionaria que daba al traste con la antigua creencia aristotélica de que las estrellas eran "fijas".

 

        El rey Federico II de Dinamarca se enteró de la obra de Tycho y le hizo un maravilloso ofrecimiento. Le daría la isla de Hven, cerca de Copenhague, para que construyera un observatorio, además, usaría un donativo de 20.000 libras para equipar la isla según las especificaciones de Brahe. La única compensación que recibiría Federico II por tal generosidad sería la de solazarse con la fama que pudieran dar a Brahe los subsecuentes descubrimientos.

 

 

        Con otras 20.000 libras que aportó Tycho, procedió a embellecer su isla. El edificio principal era un castillo al que llamó Uranienburg (Castillo de los Cielos). Estaba trazado como un jardín y sus extremos miraban al Norte, al Sur, al Este y al Oeste. Los muros del castillo estaban cubiertos de pinturas y esculturas; se construyeron pródigos dormitorios para Brahe y la multitud de dignatarios que iban a visitarlo. Se reservaron otras partes del suntuoso palacio para una imprenta, la biblioteca, el laboratorio y los observatorios. Un segundo observatorio estaba hundido en el suelo y sólo sobresalía el techo, de manera que sus instrumentos estuvieran protegido contra los elementos.

 

        Pronto comenzaron a acumularse los datos que reunía Brahe diariamente. Los enormes registros, las gráficas y los cuadernos de notas crecieron con tal rapidez que Brahe tuvo que convertir en almacén una parte del espacio del castillo. En una esfera celeste, que tenía metro y medio de diámetro, marcaba la posición de las estrellas conforme las identificaba. Ideó un ocular con ranuras para hacer observaciones más precisas y construyó un gigantesco cuadrante (se necesitaban 20 hombres para levantarlo) a fin de dar exactitud a sus observaciones y cálculos.

 

        Cuando murió Federico II, Tycho se vio obligado a buscar ayuda en otra parte. Envió una carta de solicitud, impresa y encuadernada, al emperador Rodolfo II de Praga, monarca al que le interesaba la astrología. Rodolfo lo recibió con beneplácito en Praga, en 1599 y puso a su disposición un castillo y un observatorio. En Praga, inició un ambicioso programa. Además de predecir el porvenir de Rodolfo y otros miembros de la Corte , prosiguió sus cuidadosas observaciones del cielo. Enseñaba a sus ayudantes que no sólo era importante hacer observaciones múltiples, sino también que dichas observaciones se hicieran durante un período prolongado. Así, por ejemplo, sería necesario observar a Marte durante 4 años, y a Saturno durante 30 años, por lo menos, a fin de obtener registros completos de sus respectivos ciclos. Tycho hizo de Marte uno de sus proyectos favoritos, y la información que reunió fue asombrosamente exacta. Roberto Richardson, astrónomo moderno, decía hace poco: "Si alguna vez logramos llegar a Marte, debemos erigir un monumento en ese planeta a los hombres que hicieron posible el viaje. Deseo proponer en primer lugar a Tycho Brahe".

 

        Debido al abrumador trabajo, Brahe buscó un ayudante. En 1600 hizo venir a Praga a Johannes Kepler, que estaba destinado a ser un astrónomo aún más famoso que Tycho. Aunque Kepler prefería la teoría de Copérnico a la de Brahe, anhelaba trabajar con el corpulento danés y ansiaba tener acceso a la valiosísima colección de observaciones de Tycho (éste no trató muy bien a Kepler y se mostró poco dispuesto a permitirle leer sus notas). Brahe "el mayor astrónomo a simple vista de todos los tiempos", era un excelente modelo para el joven, y el amor que profesaba a la astronomía y su consagración a los procedimientos científicos, impresionaron profundamente a Kepler.

 

        El lugar que dejaba vacío el danés era muy grande, pero Kepler estaba dispuesto a llenarlo. Así, cuando sucumbió Tycho, en 1601, el mundo de la ciencia pudo en verdad decir "¡El rey ha muerto!" ¡Viva el rey.

 

Bibliografía:

Gade, Jolen A. "Vida y tiempos de Tycho Brahe".

Moore. P. "La historia del hombre y las estrellas".