Confirman existencia de nuevo troyano para la Tierra         

 

Por la Universidad de Barcelona.

01 de febrero de 2022.

El segundo asteroide troyano terrestre conocido hasta la fecha seguirá siendo troyano, es decir, estará ubicado en el punto de Lagrange L4 durante cuatro mil años; por lo que se califica como transitorio. Crédito: NOIRLab/NSF/AURA/J. da Silva/Spaceengine/M. Zamani (NOIRLab de NSF).

 

Un equipo internacional de astrónomos liderado por el investigador Toni Santana-Ros de la Universidad de Alicante y el Instituto de Ciencias del Cosmos de la Universidad de Barcelona (ICCUB) ha confirmado la existencia del segundo asteroide troyano terrestre conocido hasta la fecha, el 2020 XL5, después de una década de búsqueda. Los resultados del estudio han sido publicados en la revista Nature Communications.

 

Todos los objetos celestes que deambulan por nuestro Sistema Solar sienten la influencia gravitatoria de todos los demás cuerpos masivos que lo forman, incluidos el Sol y los planetas. Si consideramos solo el sistema Tierra-Sol, las leyes de la gravedad de Newton establecen que hay cinco puntos donde todas las fuerzas que actúan sobre un objeto ubicado en ese punto se anulan entre sí. Estas regiones se denominan puntos de Lagrange y son áreas de gran estabilidad. Los asteroides troyanos terrestres son pequeños cuerpos que orbitan alrededor de los puntos lagrangianos L4 o L5 del sistema Sol-Tierra.

 

Estos resultados confirman que 2020 XL5 es el segundo asteroide troyano transitorio de la Tierra conocido hasta la fecha, y todo apunta a que seguirá siendo troyano, es decir, estará situado en el punto lagrangiano, durante cuatro mil años; por lo que se califica como transitorio. Los investigadores han proporcionado una estimación del tamaño total del objeto (alrededor de un kilómetro de diámetro, más grande que el asteroide troyano terrestre conocido hasta la fecha, el 2010 TK7, que se estima de 0,3 kilómetros de diámetro), y han realizado un estudio del impulso que necesita un cohete para alcanzar el asteroide desde la Tierra.

 

Aunque se sabía que existían asteroides troyanos durante décadas en otros planetas como Venus, Marte, Júpiter, Urano y Neptuno, no fue  hasta 2011 que se encontró el primer asteroide troyano en la Tierra. Los astrónomos han descrito muchas estrategias de observación para la detección de nuevos troyanos terrestres. "Ha habido muchos intentos previos de encontrar troyanos terrestres, incluidas encuestas in situ, como la búsqueda dentro de la región L4 , realizada por la nave espacial OSIRIS-Rex de la NASA, o la búsqueda dentro de la región L5 , realizada por la sonda Hayabusa-2 de la Agencia Espacial de Japón, JAXA”, señala Toni Santana-Ros, autor de la publicación. Agrega que "todos los esfuerzos dedicados hasta ahora no han logrado descubrir ningún nuevo miembro de esta población".

 

El bajo éxito en estas búsquedas puede explicarse por la geometría de un objeto que orbita en los puntos L4 o L5 del sistema Tierra-Sol, visto desde nuestro planeta. Estos objetos suelen ser observables cerca del Sol. La ventana de tiempo de observación entre el asteroide que se eleva sobre el horizonte y la salida del Sol es, por lo tanto, muy pequeña. Así, los astrónomos apuntan sus telescopios muy bajos en el cielo donde las condiciones de visibilidad son las peores y con el hándicap de la inminente luz solar saturando la luz de fondo de las imágenes durante apenas unos minutos en la observación.

 

Para solucionar este problema, el equipo realizó una búsqueda con telescopios de 4 metros que fueran capaces de observar en tales condiciones, y finalmente obtuvieron los datos del Telescopio Lowell Discovery de 4,3 m (Arizona, Estados Unidos), y el de 4,1 m Telescopio SOAR, operado por la Fundación Nacional de Ciencias NOIRLab (Cerro Pachón, Chile).

 

El descubrimiento de los asteroides troyanos de la Tierra es muy significativo porque pueden contener un registro prístino de las primeras condiciones en la formación del Sistema Solar, ya que los primitivos troyanos podrían haber estado coorbitando los planetas durante su formación, y agregan restricciones a la evolución dinámica del Sistema Solar. Además, los troyanos terrestres son los candidatos ideales para posibles misiones espaciales en el futuro.

 

Dado que el punto Lagrangiano L4 comparte la misma órbita que la Tierra, se necesita un pequeño cambio en la velocidad para alcanzarlo. Esto implica que una nave espacial necesitaría un bajo presupuesto de energía para permanecer en su órbita compartida con la Tierra, manteniendo una distancia fija con ella. “Los troyanos terrestres podrían convertirse en bases ideales para una exploración avanzada del Sistema Solar; incluso podrían convertirse en una fuente de recursos”, concluye Santana-Ros.

 

El descubrimiento de más troyanos mejorará nuestro conocimiento de la dinámica de estos objetos desconocidos y proporcionará una mejor comprensión de la mecánica que les permite ser transitorios.

 

 

Fuente:

https://phys.org/news/2022-02-team-earth-trojan-asteroid.html