La
supernova de Tycho
Por Jesús A. Guerrero
O.
Asociación Larense de
Astronomía, ALDA.
No habían transcurrido 30 años de la
publicación del libro de Nicolás
Copérnico (Sobre las revoluciones de las esferas celestes) cuando
un suceso comenzó a socavar las viejas estructuras de la concepción
del mundo: la aparición de una nueva estrella en el cielo.
Y es muy lógico pensarlo así: mientras un
libro, con todo el bagaje de información técnica y demostración matemática,
sólo era accesible a un grupo muy reducido de personas, sólo bastaba
mirar el cielo y poder observar el inmenso brillo de una nueva estrella
aparecida “de repente” en el cielo de la tarde.
¿Dónde quedaba el concepto religioso que los cielos no podían
cambiar, cuando todas las noches y hasta a plena luz del día, las
personas que vivían en
Sin duda alguna, la observación de este evento
astronómico, tuvo que significar un cambio radical en las concepciones
que tenían las personas sobre el precepto religioso de “inmutabilidad
de los cielos”.
Lo ocurrido en noviembre de 1572
y que pudo observarse por 18 meses en la constelación de Casiopea,
fue la explosión de una estrella masiva, que hoy conocemos con el
nombre de la “Supernova de Tycho”.
Esta denominación se debe a los trabajos de
medición que realizó el célebre astrónomo danés Tycho Brahe, aunque él no fue el primero en darse cuenta de la
aparición de esta singular nueva estrella.
Según los registros históricos, el primer
reporte escrito de la nueva estrella lo realiza el astrónomo Wolfgang
Schuler, en Wittenberg, Prusia, el 6 de Noviembre de 1572. Al día
siguiente la observan y registran Hainzel
de Augsburgo y Lindauer en
Winterthür, Suiza. Maurolycus en
Messina, Italia, escribe sobre este hecho el 8 de noviembre y al día
siguiente, Cornelius Gemma la denomina “la nueva Venus”.
No es hasta el 11 de Noviembre que Tycho
Brahe la observa. Sin embargo, el protagonismo de este evento lo
obtiene Tycho por la publicación y explicación que buscó darle al fenómeno.
En 1573, publica su texto “Nova
Stella” en donde el famoso astrónomo danés comienza a acuñar
el término de “nueva estrella”, denominación que fue extensamente
explicada y desarrollada posteriormente en su libro “Astronomiae
Instauratae Proegymnasmata”
que publicó en el año de 1602.
Todo esto fue determinante para que a la nueva estrella se le diera su
nombre.
La
permanencia de la visibilidad de ésta estrella en el cielo condujo a
que la misma fuese registrada en las Tablas
Rudolfinas de astronomía (Rudolphine
Tables) como “Nova anni 1572”. Estas tablas obtenían su nombre debido al
emperador Rodolfo de Praga, que financiaba su publicación.
La circunstancia de la aparición de una
estrella nueva, llamada “Ko
Sing”, o “Estrella Invitada” o “Estrella Huésped” en
los registros astronómicos chinos, conocidos con el nombre de “Anales del Bambú”, produjo una conmoción en Tycho
Brahe, que se dedicó a realizar un catálogo de 1.004
estrellas en 1598, el
cual ahora se encuentra en desuso. Es importante señalar que los
registros astronómicos realizados por Tycho
a simple vista tienen una precisión 100 veces mayor que los realizados
por los astrónomos chinos, japoneses e hindúes. Este catálogo cayó
en desuso con la invención del telescopio y la adopción de catálogos
mucho más precisos que los realizados a simple vista por Tycho
Brahe.
Tycho
realizó mediciones de la nueva estrella con respecto a las estrellas
fijas y al darse cuenta que la misma permanecía inalterable desechó
cualquier posibilidad de que el fenómeno fuese un evento atmosférico.
En sus conclusiones escribe: “…tiene
que encontrarse más allá de los siete planeta, junto a la esfera de
las estrellas fijas…” Al arribar a esta poderosa conclusión, Tycho
se daba cuenta que estaba contraviniendo a las concepciones de las santa
iglesia católica, concepciones y modelos que él mismo compartía.
La segunda gran conclusión a la llega Tycho
sobre esta “estrella nueva” es la razón de su origen. Pensó Tycho
que las estrellas nuevas nacían de concentraciones de materia de
Ya para marzo de 1574, la estrella nueva desapareció de los cielos, después de
estar 18 meses torturando la conciencia de las mentes escolásticas.
Este año se cumplen 433 años de este singular
suceso. Tuvo que pasar casi tres siglos para que las mentes de los científicos
concibieran el por qué ocurrían estos poderosos estallidos en el
Universo, sin embargo, los textos y conclusiones arrojadas por Tycho Brahe, destellan como un faro luminoso, por su profundidad y
claridad.