Ciegos ante el cambio climático      

 

¿Por qué no terminamos de reaccionar?

Por: Roger Jiménez.

Asociación Larense de Astronomía, ALDA.

18 de diciembre de 2019.

 

Crédito: Dominio público en internet.

 

Cada vez más personas en el planeta están conscientes de que la Tierra  tiene límites, y que a pesar de que la naturaleza se las ingenia para mantener el equilibro del planeta, existe un punto en el cual hay alteraciones que interrumpen los ciclos naturales de renovación y reorganización. Estos puntos de inflexión son los llamados puntos de no retorno, es decir el momento a partir del cual, hagamos lo que hagamos ya no importa, porque el mal está hecho, ya no podemos cambiar las consecuencias, solo tratar mitigarlas. Por lo menos esto es así con el nivel científico y tecnológico que tenemos hoy.

 

Es casi impensable e invivible para nosotros existir de manera sostenible y sustentable, entiéndase vivir en la simultaneidad de ambos términos.

 

Nuestras distorsiones al apreciar y entender las cosas en general tienen en parte culpa de ello. En este sentido, los medios de comunicación solo refuerzan los sesgos cognitivos fabricando una realidad del cambio climático que nos deja paralizados.

 

Los seres vivos constituidos por una sola célula, se multiplican de manera sostenida, creciente e indefinida si el medio se los permite. Pero en un medio limitado, este ritmo insostenible culmina al agotar sus recursos y su existencia. Esto sucede porque ellos no ven, no tienen consciencia de su entorno, no entienden y menos piensan en el futuro, por lo tanto, en nuestros términos, no llegan a entender la naturaleza de los conceptos sostenible y sustentable.

 

Los seres humanos por el contrario, somos unos seres vivos que hemos evolucionado no solo en habilidades, destrezas y conocimientos, principalmente hemos logrado evolutivamente alcanzar el desarrollo de nuestro cerebro a tal punto que disponemos del raciocinio, somos seres pensantes, razonamos, nos damos cuenta de las cosas, simples y complejas, y además de ello las entendemos o tratamos de hacerlo hasta conseguir una explicación del porque ocurren, que las ocasiona, que efectos y consecuencias genera el que se susciten de natural o artificial.

 

Lamentablemente, si graficamos en una misma hoja el aumento de la población de los seres unicelulares descrito al principio y el de la población humana desde la revolución industrial hasta la actualidad, ambos serían muy similares, excepto por la escala, que sería de minutos y años respectivamente.

 

A sabiendas de que la Tierra tiene límites, de que existen puntos de no retorno para desencadenar consecuencias desastrosas y de que lamentablemente no podemos huir del planeta al cambiarlo en contra de nuestra existencia, aun no hacemos en conjunto nada importante en trascendencia e impacto para vivir de una forma sostenible y sustentable, de forma de garantizar el equilibrio de nuestro planeta y de nuestra existencia.

 

Somos incapaces de entender o mejor dicho de valorar los efectos del cambio climático. Las nubes y sombras que envuelven nuestro cerebro, su capacidad cognitiva y de raciocinio, dominan y hacen prevalecer un estilo de vida consumista, degradador y destructivo, que pone un velo a los efectos que ello causa al planeta, dando una alta valoración a la comodidad, el desarrollo y bienestar, a tal punto de colocarlas para muchos, en un nuevo nivel de necesidades que compiten o igualamos a las básicas postuladas por Abraham Maslow. Así nuestro cerebro y su respuesta conductual basada en el análisis sesgado por este velo, es invidente al cambio climático.

 

Nos creemos muy capaces, dotados y con tiempo suficiente para cambiar nuestras acciones devastadoras sobre el planeta, incluso hay muchos que piensan que no existe el factor antropogénico asociado al cambio climático.

 

Si algo no nos place es vivir en incertidumbre, pero cuando entendemos y analizamos aspectos y aristas del cambio climático, se nos abren otros escenarios desconocidos y más álgidos para nuestra existencia. El avance científico de nuestro conocimiento sobre el tema y sus consecuencias ha sido divulgado y mediatizado de una manera inadecuada, más como un impacto noticioso y amarillista, que como una manera de concientizar y sumar ante una catástrofe evidente; por tal razón el grueso de la humanidad no entiende,  o dicho de una mejor y más acertada manera, no internaliza lo peligroso de algo global, algo que no afectará individualmente a cada uno de nosotros sino al colectivo en general, a todos en el planeta, algo que no se presentará abruptamente en un punto en el tiempo, sino que es progresivo, exponencial y de seguir como vamos irreversible.

 

Entender, concienciar y empujar individualmente y en colectivo contra las causas del cambio climático, no es algo ilógico, erróneo o inmoral. Aunque parece ir en contra de las costumbres y paradigmas actuales de progreso y calidad de vida, según nos lo venden muchas multinacionales, empresas, industrias y algunos personajes muy poderosos en política y economía por mencionar algunos, actuar en favor de la certeza de un futuro donde se pueda vivir y disfrutar de hacerlo, jamás será grosero, amenazante, inmoral o contrario a nuestro instinto de supervivencia. Después de todo es lógico que se debe estar vivo para poder desarrollarse.

 

La sociedad no está basada en la comodidad de las mayorías, sino en la moralidad, principalmente en que tus acciones no dañen o afecten a otros, incluso a uno -al menos así debería ser- por lo tanto no nos hace mejores individuos sumarnos a una mayoría que no hace nada, de esta manera solo estamos acelerando una tragedia común. Finalmente nuestras acciones e inacciones según se vea, no solo afectaran a otros, sino inclusive a nosotros mismos.

 

Nos gusta pensar que el futuro será siempre mejor, pero lo cierto es que no estamos ni estaremos preparados para afrontar algo que nos arropará.

 

Psicológicamente, está más que demostrado que los mensajes negativos y atemorizantes nos paralizan. Los medios siempre nos muestran la imagen de eventos lamentables pero lejanos, como inundaciones en China, huracanes en Norteamérica y el deshielo de Groenlandia y los Polos.

 

El cambio climático siempre se ha presentado como un proceso complejo y progresivo en el tiempo,  que denota cambios a futuro, ese esquema de noticia o publicidad lo internalizamos y asociamos a un futuro, y futuro es sinónimo de lejanía. No nos muestran con el sentido y objeto de concienciarnos los eventos asociados al cambio climático que estamos viviendo en nuestro vecindario, eventos a los que usualmente no les damos importancia así sean terriblemente molestos y casi invivibles, debido a que estamos es pendientes de noticias y eventos lejanos o que son tendencias marcadas e impuestas por otros con algún interés o fin.  

 

La nueva manera de llamar al cambio climático, o al menos se está intentando globalmente de identificarlo así, es emergencia climática. Los defensores de la Tierra y de su equilibrio, están acuñando este término para que lo sintamos más cerca, para que lo veamos como algo que está ahí, frente a nosotros. Pero con este nuevo enfoque, debemos cambiar la manera de mediatizar el problema, debemos hacer que la gente lo sienta, lo vea en sí mismo y en su entorno próximo, de lo contrario psicológica y colectivamente no se percibirá como tal, más bien crearemos un efecto contrario al presentar como emergencia a algo que no sentimos así. Este gran detalle hará que percibamos como irreal algo lamentablemente cierto -como el cuento de los tres cerditos y el lobo-.

 

Otro aspecto mediático lamentable, es la casi paridad de noticias que se presentan en los medios entre, por un lado, las personas y científicos que creen, están conscientes, han demostrado los cambios en el clima del planeta y sus efectos, y están constantemente luchando contra él y creando consciencia política, económica e industrial; y por otro lado, las que no creen en el cambio climático. Sin embargo, la proporción global de estas partes a groso modo es de 93% y 7%, es decir, una relación de 9 a 1. Esto notoriamente crea un sesgo y una credibilidad dual.

 

La politización de las causas del cambio climático es grave. La política siempre va orientada al colectivo a la sociedad, así, las acciones que el grupo gobernante y los otros grupos económicos y mediáticos asociados actúan para conservar su poder e intereses. Nuestro cerebro procesa lo que nos creemos en bloque y usualmente lo que nos creemos está influido por lo que vemos y nos inducen las campañas mediáticas y los lideres. Los seres humanos entendemos mejor el mundo en grupos de cosas y rechazamos las ideas que pertenecen al grupo contrario y minoritario.

 

Por ahora nos hemos dado cuenta del error y las debilidades del mensaje, por lo que estamos moldeándolo para que suene con más fuerza, sea más contundente y real, enfocado a concienciar.

 

La comunicación y los medios no nos van a salvar de vivir los efectos del cambio climático, solo va a ayudar a que las personas cambien en alguna forma su conducta y se sumen contra sus causas. Sin embargo, una mayoría aumentada podrá llegar a presionar y convencer a quienes nos dirigen, para que tomen medidas drásticas que sí puedan ponerle freno al cambio climático. A fin de cuentas, el cambio climático es un problema político: los intereses económicos y el desarrollo, están afectando indirecta y gravemente la salud pública y la seguridad de los Estados. Desde este punto de vista los altos dirigentes apoyarán y financiaran las soluciones científico-tecnológicas.

 

Tal vez después de todo el esfuerzo, tengamos más suerte que los organismos unicelulares con los que empecé este análisis y reflexión. Esperemos que así sea y no decepcionemos a Dios, a la naturaleza evolutiva y al Universo, como quiera que cada quién lo entienda.