El cometa Austin 1989 C1       

Jesús A. Guerrero Ordáz

El Impulso, martes 6 de marzo de 1990.

Transcripción: Horacio Osorio.

 

    La noche del 6 de diciembre de 1989, en Nueva Zelanda, el cazador de cometas, Rodney D. Austin, encontró un objeto de octava magnitud en las profundidades de la constelación del Tucán. Al reportarlo y ser confirmada la existencia del mismo, fue catalogado como el cometa Austin 1989 C1.

 

    La designación del nombre de un cometa pasa por una serie de trámites, siendo el primero esperar si no existe otro observador que lo haya reportado con antelación o simultáneamente. En estos casos, el  cometa recibe un nombre múltiple (ya hemos dado ejemplos de esta circunstancia). Después del nombre del descubridor o descubridores, viene el año en que fue observado y una letra que denota el orden de aparición en ese año. Para el caso del cometa Austin, la “C1” indica que se agotó el alfabeto y se reinició con los sub-índices “1”.

   

    Tomando en cuenta que el alfabeto inglés tiene 26 letras, el Austin fue el vigésimo noveno cometa que nos visitó (o fue observado) durante el año pasado. Esta designación es efímera y tiene validez hasta que el cometa llegue a su perihelio (punto más cercano al Sol), en donde tomará el nombre definitivo, pero esta vez, contando los cometas que pasan por el perihelio cada año. Este ocurrirá, para el Austin, el próximo 9 de abril del año en curso.

 

    Un hecho resaltante y que ha despertado un gran interés por este cometa, es que, al ser descubierto, se encontraba a 370 millones de kilómetros del Sol y a casi la misma distancia de la Tierra. Un cuerpo de las características de los cometas, a esa distancia debería ser invisible. El ser observado, es un claro indicio de que el cometa es bastante brillante, lo que podría significar un buen espectáculo para nosotros. Se especula que el Austin podría superar en luminosidad al Halley si continúa desarrollándose el cuadro preliminar de la órbita trazada por las observaciones realizadas al descubrimiento. Los miembros de ALDA y los cursantes del VII Curso Básico de Astronomía, que asistieron a la práctica de campo del pasado sábado 17 de febrero, lograron avistarlo en el cielo y hasta ese entonces, el cometa venía cumpliendo con las efemérides calculadas, lo que hace pensar que le Austin será un objeto bastante brillante en el cielo de finales de marzo, finales de abril y comienzos de mayo.

 

    Su paso por las “cercanías” de la Tierra, lo hará a 35 millones de kilómetros y será la distancia menor a la cual se encontrará, para el 25 de mayo del año en curso. El perihelio del cometa coincide con la Luna Llena del mes de abril, lo que dificultará la observación, pero esta situación mejorará rápidamente. El cometa se propulsará en la hora de la aurora el 25 de abril y podrá ser visible a más de 12 grados sobre el horizonte Este-Noreste.

 

    En la actualidad, el cometa se desplaza en el cielo de la tarde, hacia el horizonte Oeste. Las posiciones del mismo se muestran en la carta estelar que acompaña a este artículo, pero todavía no es visible al ojo desnudo sino que hay que verlo a través de instrumentos ópticos, bien sea binoculares o telescopios. La observación es algo difícil pues hay que luchar contra la luminosidad, lo cual implica que, con el correr de los días, mejorarán las condiciones de observación del mismo.

   

    Trate de seguir la órbita del cometa en el cielo, apoyándose en la carta estelar adjunta. Sitúela hacia el Oeste y preste atención a las estrellas, que irán apareciendo a medida que avance la noche. La carta es válida hasta las 8 de la noche y los números que acompañan el recorrido del cometa indican los días del mes. Sólo nos resta desearles suerte y cielos despejados en la observación de cometas, una de las más interesantes en la práctica de la astronomía.